jueves, 13 de febrero de 2014

Reflexión...Algo mio II.

Cuatros golpes secos…secos como la sequedad en la boca antes de partir… entronizan todo el paso. La madera; el madero, aparentemente inerte, recobra vida propia y es como sí…por un segundo, por un momento, la muerte fuera vida. Es caminar abriéndose paso ante la multitud.
Va EL solo con sus pensamientos, con su angustia, con su anhelo. Sabe lo que le espera. Le espera la muerte. El sufrimiento…mientras va andando, y…anda…y..anda. Cansado, agotado, exhausto por el peso del madero. Sabe cual va a ser el final. Sabe el porque de estar aquí…pero porque tanto dolor. Sobre EL…el leño, su leño, el madero…va desgarrando pedazos de su ropa…va rajando parte de su piel…va sangrando. Sangre. Sudor y lágrimas. A lo lejos su Madre. Por Dios…cuanto sufrimiento. Imaginamos la agonía y como se desgarra su corazón ante tanto dolor. Esa Madre viendo a su hijo hacia la muerte….a su lado, San Juan. Su hermano, su hijo. Juan, intenta consolar a su madre...pero eso es imposible…no puede haber en este MUNDO un “ consuelo “ para tanto dolor, para tanto sufrimiento…eso es impensable. Es imposible.  Llega un momento, un instante, o no sé…que ya no piensa…va solo andando…llevando el peso…va con su racheo…silencio blanco.

Cuando suena los golpes del llamador, solamente sabemos hacer lo que hacemos. Sabemos como es nuestro trabajo, sabemos como amarlo, pero…esos golpes del martillo…hacen temblar las voces del exterior. Aparece la noche, y, llega el silencio. La gente se calla. La noche se ilumina con EL…No es soledad. No es silencio. Es compañía y música. Sí…el silencio lleva una música muy especial. Quien sea capaz de escucharla se enamorara el resto de su vida de ese silencio musical. Es una mezcla rara, difícil de explica y, a la vez tan profunda que te enamora el corazón. Te atrae, te atrapa y envuelve tu corazón con ese embrujo de pasión. Es como cuando te enamoras de tu novia, la que será tu mujer. Es como cuando ves por primera vez a tu hij@ recién nacido. Es amor. Es pasión. Es ilusión…es un todo tan bello, que ese es el amor que EL nos dio en el madero.

Cargamos…y andamos; cargamos…y andamos. Peso sobre peso en nuestra cerviz. En nuestra espalda. En nuestros riñones. En nuestras piernas. Peso que va perforando muy lentamente nuestra carne. Va laminando uno por uno los sentimientos. Nuestra gente. Nuestra gente…cuanto por recordar y…cuanto por sentir. Peso que va repartiendo amor a través de nuestro caminar por las calles de nuestro barrio, de nuestra ciudad. Somos lo que somos. Somos lo que EL quiere que seamos. En este momento. En este caso, sus pies. En otras ocasiones seremos…Manolo el panadero; otras seremos Paco el Administrativo…en otras…tantas y tantas profesiones…pero siempre por dentro, desde nuestro corazón hasta nuestra alma impúdica y corriente, seremos COSTALEROS y, nos transformaremos en lo que somos: hombres de carga, con un corazón tan bello y con un alma tan pura que por algo DIOS no bendijo llevando a su hijo por los adoquines de nuestra bella ciudad Isturgitana. Somos, eso: COSTALEROS.

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